domingo, 10 de marzo de 2013

Tardes de cultura y charla (1ª parte): Museo del Romanticismo

 
Muy buenas!!
 
Hoy vengo a enseñaros un Museo que llevaba AÑOS con ganas de visitar, pero por una exposición temporal o por otra no llegaba nunca el momento de visitarlo, hasta que llegó el día en que a la hora de nuestra quedada de tardes de C y C es que nos apetecía ir sí o sí a estos dos sitios, pues este mes trae una segunda parte mucho menos cultural que os contaré mañana.


 
Este Museo que tenía tantas ganas de ver es el Museo del Romanticismo, un pequeño palacete situado en el número 13 de la calle San Mateo. Estructurado en forma de casa-museo nos muestra cómo vivían las clases acomodadas (nobleza y burguesía) en la primera mitad del s. XIX, época que coincide con el final del reinado de Fernando VII y el principio del de Isabel II.
 
No sé a vosotr@s pero a mí me encantan las casas-museo. Ya qué que no son un reflejo fiel y exacto de cómo eran las casas en que vivían las personas que una época dada, pero a mí que me encanta la Historia, son lo más parecido a “moverme” por el pasado.
 
Y teniendo en cuenta que en el s. XIX la vivienda era un ámbito cerrado en el que sólo se permitía entrar a un círculo privilegiado de íntimos y aún así, éstos no tenían acceso a la vivienda, el poder moverme libremente por ella me hace sentirme “privilegiada”.
 
 
 
Como os comentaba, la vivienda estaba diferenciada en la zona de recibimiento y la zona privada.
 
Tras la escalera, lo primero que veía el visitante era el vestíbulo y la antecámara, espacios que eran el “espejo” de la casa ya que tanto la decoración, como el mobiliario tenían como objetivo demostrar la importancia social y económica de sus dueños.
 
 
 
De la antecámara se pasa a la zona más noble de la casa, constituida por una antesala (con mobiliario de estilo fernandino, interpretación del estilo Imperio francés) que precede al gran Salón de Baile que se comunica con otra antesala.
 
 
 
El Salón de Baile, la habitación más espaciosa de la casa, está lujosamente decorado con paredes enteladas, arañas de cristal, cortinas con pasamanerías y damascos, y grandes espejos que reflejan la luz de las lámparas y multiplican las imágenes, ofreciendo una sensación de amplitud.
 
 
Esta última antesala está decorada para crear un ambiente apropiado para las reuniones sociales más informales.
 
 
 
A continuación se pasa a la zona privada, donde la salita es la habitación de reunión para toda la familia. En ella se ve observa ya un ambiente más relajado y menos formal.
 
 
 
En el pasillo que precede al comedor, se muestra a un lado el retrete de Fernando VII y al otro lado un juego de agua, tocador, estuche de viaje y objetos de higiene todos ellos también de Fernando VII.
 
 
El comedor es una de las habitaciones que más me gustó de la casa. En el periodo isabelino el comedor se utilizó sobre todo para la cena, ya que las demás comidas se podían hacer en salitas más pequeñas.
 
 
 
Era el lugar doméstico gobernado por la etiqueta y centro de reunión de la familia.
 
 
 
En el cuarto de juegos podemos ver casas de muñecas, muñecas (¿no os dan un poco de “repelús” estas muñecas?) y juegos de la época.
 
 
 
A continuación se accede a las dependencias femeninas, entre ellas el boudoir y la alcoba femenina en la que destaca una cama de tipo “góndola” recubierta por un amplio dosel, elemento textil que contribuía a aprovechar al máximo el calor.
 
 
 
Después entramos en el ámbito masculino decorado de forma más seria y austera. En ella, la habitación menos formal es el fumador o fumoir, un lugar para retirarse a fumar que invita al reposo y cuya decoración estaba inspirada en el mundo oriental.
 
 
 
Mientras que el gabinete era el salón de recibir.
 
 
El dormitorio masculino, decorado con muebles menos elegantes y más prácticos, tiene un aspecto más grave y severo que el femenino.
 
 
 
Finalmente el despacho, zona de trabajo masculina, donde el mobiliario es cómodo al tiempo que ostentoso. Mientras que la sala de billar estaba dedicada al esparcimiento.
 
 
 
Como habéis podido ver, la casa es preciosa y está decorada con todo lujo de detalles. Además, hay toda una serie de vitrinas en las que podemos apreciar objetos de uso diario como guantes, abanicos, joyas, bibelots (objetos pequeños de escaso valor), litofanias (placas de porcelana moldeadas con temas pictóricos, que vistas al trasluz, destacan al claroscuro, -muy curiosas-) tabaqueras, gafas y ¡hasta una calculadora del s. XIX!.
 
Además, los sábados por la tarde la entrada es gratuita. Eso sí…llegad prontito porque cierra a las 18:30.

Para más informacion sobre el Museo del Romanticismo os dejo aquí enlace a su página web.
 
 
Y vosotr@s, ¿conocéis este Museo o como yo…toda la vida en Madrid sin haberlo visitado? ¿os ha gustado tanto como a mí?
 
Besos y….mañana os cuento cómo siguió la tarde!!


6 comentarios:

  1. Buenas

    Yo lo había visitado en 1990 y la verdad es que tenía un grato recuerdo del Museo pero con la remodelación que le han hecho ha ganado muchísimo.

    Merece la pena hacerle una visita.

    Bss

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  2. Es una maravilla de las auténticas!!!

    Besos rojos y gracias por tu comentario ;)))

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    1. Me alegro que te haya gustado y si te animas algún día a verlo, ya me cuentas qué te ha parecido en "directo", je, je, je.

      Besos!!

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  3. Qué maravilla de museo!!! Estoy de sorteo en mi blog. Os espero!!!

    SORTEO-VIVETUBELLEZA

    VIVETUBELLEZA

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  4. Qué maravilla de sitio!!
    Me encantó conocerte ayer, por cierto!

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    1. A mi tambien. Da gusto poner caras y conocer mejor a quienes se sigue: tu, Marta,....

      Besos,

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